Este martes el productor musical puertorriqueño Raphy Pina fue sentenciado a 41 meses de cárcel por posesión ilegal de armas de fuego.
Tras varias postergaciones, el productor boricua conoció este 24 de mayo que debería cumplir tres años y cinco meses de cárcel, pagar 150 mil euros y someterse a tres años a libertad supervisada tras terminar de cumplir su condena en prisión.
Arropado todo el tiempo por sus hijos mayores -Mía, Rafael y Antonio- y su pareja Natti Natasha, Raphy Pina encaró la decisión del juez Francisco Besosa del Tribunal Federal de San Juan. Le acompañaban en la sala, además, 22 allegados, incluido su colega e incondicional amigo de años Daddy Yankee.
Tras ir a su casa a despedirse de su hija pequeña Vida Isabelle, que este 22 de mayo celebró su primer añito, y cambiarse el traje por camiseta negra y chándal azul, Raphy Pina -cuyo nombre completo es Rafael Antonio Pina Nieves– acudió a entregarse voluntariamente para ingresar en prisión.
Poco después fue captado, con esposas, saliendo del tribunal para ser trasladado a la cárcel federal, en Guaynabo.
Una de sus abogadas, María Domínguez, adelantó, sin embargo, que continuarían con el proceso de apelación.
«Hoy enfrento la situación más difícil que pueda enfrentar un ciudadano, perder la libertad», dijo Pina este martes ante el juez, antes de escuchar la sentencia en firme.
«Hoy, ante usted, le quiero pedir con mucho respeto que me permita regresar a mi familia», prosiguió el también mánager de artistas, algo que evidentemente no ha podido ser.
En diciembre pasado Raphy Pina fue hallado culpable de posesión ilícita de dos armas de fuego, una de ellas alterada para disparar automáticamente.
Según las autoridades, en una casa desocupada de Pina en Caguas, municipio vecino a San Juan, fueron hallados una pistola Glock 19 de 9 milímetros, modificada, y una Smith & Wesson 40, al igual 526 municiones de calibres diferentes.
En sus stories de Instagram, poco antes de salir a entregarse, Raphy Pina compartió unos muy emotivos mensajes, donde contaba haberse despedido de su familia y recomendaba no confiar en nadie porque la felicidad ajena molestaba. Igualmente prometió que, pese a que la justicia quería hacerlo «un delincuente a cojón», demostraría que estaban equivocados.
